La industria del semiconductor va camino de desarrollar la tecnología del procesador de 32nm, pero llegará un día en que los transistores alcancen los límites de la miniaturización a niveles atómicos y haya que poner fin a las tecnologías de fabricación actuales.Aparte de los problemas para interconectar la disipación de calor y la densidad, algo que algunos científicos esperan lograr con aplicaciones basadas en nanotubos de carbono, existe también el problema fundamental de la mecánica cuántica, que interferirá cuando las dimensiones de los conductores sean tan pequeñas que los efectos cuánticos dominen el comportamiento del circuito. podría permitir que los electrones se filtraran a sitios en los que no son bienvenidos. En concreto, el efecto túnel de electrones y agujeros sería demasiado grande como para que los transistores realizasen operaciones fiables. Como resultado, ambos estados del conmutador se volverían indistinguibles.
Pero los efectos cuánticos también podrían ser beneficiosos, ya que se ha demostrado que es posible almacenar un bit de información en un átomo y recuperarlo, posteriormente. Bajo este tipo de almacenamiento subyace un fenómeno conocido como magnetorresistencia anisótropa balística (BAMR). La BAMR es cuando el conductor cambia el valor de su resistencia eléctrica aplicándole un campo magnético externo, que se incrementa debido a que en la conducción de electrones, las colisiones son más frecuentes cuando se mueven en paralelo a la magnetización del material, que cuando lo hacen en perpendicular.
Los investigadores creen que la BAMR puede dar lugar a futuras generaciones de dispositivos electrónicos ultrapequeños, como cabezales magnéticos de lectura, conmutadores cuánticos y circuitos lógicos, debido a la posibilidad de controlar la conductancia cuantizada por la aplicación de campos magnéticos.